Tegucigalpa (EFE).- Unos 3.000 hondureños volvieron a marchar hoy en Tegucigalpa contra el nuevo Gobierno y para exigir la restitución del depuesto presidente Manuel Zelaya, a pesar de los enfrentamientos con la Policía de la jornada anterior, que dejaron varios heridos.
Los manifestantes, principalmente maestros, sindicalistas y campesinos, recorrían pacíficamente una de las arterias de la ciudad hacia la sede del Congreso, en el centro de la capital.
En el acto participó la esposa de Zelaya, Xiomara Castro, que ayer regresó a la capital desde la zona fronteriza con Nicaragua, tras desistir de intentar reunirse con su marido, que permanece en ese país preparando una "resistencia" contra el Gobierno instalado tras su expulsión del país por el Ejército, el 28 de junio.
"Cada día que hay represión, cada día que una mujer es denigrada, más fortaleza sentimos para seguir en las marchas", afirmó Castro, quien, sin embargo, pidió "calma" y "paciencia" a los seguidores de su marido.
Muchos de los manifestantes habían estado en la jornada anterior en el violento desalojo de un bloqueo realizado por los opositores al Gobierno de facto en una carretera que conecta Tegucigalpa por el norte, algunos mostrando incluso las heridas sufridas en esos altercados.
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